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Con un pan debajo del brazoMacroeconomía novelada

Productividad del capital y trabajo es clave para que les vaya mejor a ricos o pobres.

Con ocasión de la crisis de 2008 y en los años sucesivos se ha hablado mucho del aumento de desigualdades entre ricos y pobres. Una de las razones económicas que está detrás de esta realidad es que la Gran Recesión está fuertemente ligada a una crisis del sistema financiero, a una restricción de crédito y a una liquidez que no acababa de llegar a la economía real. En definitiva, el dinero, el capital, ha sido durante un periodo largo de tiempo el recurso escaso a pesar de las inyecciones de liquidez.

En este post voy a intentar explicar las bases para entender en qué condiciones la economía favorece los intereses de los ricos y en qué otras las de los trabajadores. Como veremos no siempre en la historia salieron ganando los primeros.

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La renta se reparte según la cantidad de trabajo y capital de la economía, así como de las productividades de cada uno de los factores

—Si un panadero cobra el valor de diez barras de pan a la hora solo será contratado si su productividad, o producto marginal del trabajo (PML), es superior a diez barras a la hora. O dicho de otra forma: el PML, que es el incremento de producción provocado por el aumento de una unidad de trabajo, debe ser superior al sueldo para que el empleo aumente.

—Sí. Ya vimos algo parecido cuando me explicaste la inversión; solo se alquilará una nueva sierra si el precio del alquiler es inferior al valor de las sillas adicionales que se pueden producir con ella.

—Efectivamente, si el producto marginal de capital PMK es superior al precio del alquiler.

—Entonces, si aumenta la productividad o el PML como lo llamas tú, deberían subir los salarios.

—Sí, y así ha sucedido a lo largo de la historia. Las tremendas jornadas laborales de principios del siglo xix vinieron acompañados de mejoras en la productividad. Al menos las duras condiciones que tuvieron que sufrir los trabajadores británicos tuvieron la recompensa de un aumento de los salarios, acompañado también de mayor consumo, que llegó a incrementarse un 70 % entre 1810 y 1840.

—¿Y al igual que pasaba con el capital, la productividad de un empleado adicional en la panadería de Manolo también decrece según sea el primero o el quinto panadero que se contrata?

—¡Justo! —exclamó Santiago mientras señalaba con el bastón una enorme haya a quince metros del sendero—. El producto marginal tanto de capital como de trabajo es decreciente. Para el caso de capital ya explicamos en el ejemplo de las sillas y la serrería que la primera sierra que se compra es mucho más productiva que la décima. Para el caso del trabajo ocurrirá lo mismo.

—¿Tienes algún ejemplo real?

—Al finalizar las guerras civiles en Roma y con el comienzo de la Pax Romana en el Mediterráneo, la población creció un 20 % durante el siglo I d. C. Este crecimiento no coincidió con incrementos significativos de tierra de labor y terminó erosionando los salarios reales de los campesinos, tanto que muchos de ellos terminaron perdieron su propiedad.

El camino se fue estrechando paulatinamente hasta convertirse en una senda que discurría a la izquierda de un arroyo. Todavía les quedaba un buen rato de bosque y de subida hasta llegar al collado. José y Santiago continuaron a paso lento mientras el martilleo de los picapinos y el canto de los herrerillos se entremezclaba con el sonido del agua.

—Pero bueno, ¿me puedes decir qué tiene que ver todo esto con el modelo de la producción explicado por capital y trabajo? —preguntó José desconcertado cuando cayó en la cuenta de que la conversación parecía haber perdido el hilo.

—Pues mira, la producción se distribuye entre lo que produce el capital y lo que produce el trabajo. Lo que produce el capital es igual producto marginal del capital (PMK) multiplicado por el capital. Si Manolo tiene dos hornos en su panadería y su producto marginal son dos panes a la hora, la contribución del capital serán cuatro panes a la hora. Asimismo, lo que produce el trabajo será el producto marginal del trabajo (PML) por el trabajo. Un ejemplo similar al anterior podría valer cambiando hornos por panaderos.

—¿Y eso es verdaderamente útil?

—Según lo que te he explicado, la distribución de la renta será el producto marginal del trabajo (PML) multiplicado por el trabajo (L) más el producto marginal del capital (PMK) multiplicado por el capital (K). La primera componente PML*L irá destinada a remunerar el trabajo. Por tanto depende tanto del volumen absoluto de trabajo como de su productividad medida por el producto marginal del trabajo. Por otro lado, la remuneración del capital tendrá una forma análoga que dependerá tanto del volumen de capital (K) como de su productividad medida por el producto marginal de capital (PMK).

El bosque se fue haciendo menos frondoso hasta que se convirtió en una ladera con unos cuantos pinos. Dejaron a la derecha un refugio situado en una pradera que a pesar de lo avanzado del mes de septiembre estaba rodeada de hierba verde. Cuando Santiago dejó de hablar, José vio la estrecha y tortuosa pista que conducía hasta el collado.

—Remuneración del trabajo y del capital son términos un poco confusos. ¿Puedes hablar un poco más claro? —pidió José.

—Lo que una persona puede ganar, su renta, puede provenir de su salario como trabajador o de la rentabilidad que saque a su patrimonio, que lo tendrá invertido con más o menos intermediarios en casas, fábricas, máquinas, etcétera. Esa segunda componente es la remuneración del capital.

—Bueno, la gente suele tener sus ahorros en acciones, fondos de inversión, cuentas de ahorro…

—Sí, y todos ellos utilizan el dinero para financiar ese tipo de bienes de capital que te he comentado —dijo Santiago, que iba andando ya por la pista llena de baches y piedras con cuidado de no torcerse un tobillo.

—Supongo que el PIB será la agregación de todas esas rentas personales…

—Bueno, con algunos ajustes. Pero por eso la producción puede estudiarse como la remuneración del trabajo y del capital considerando el conjunto de la economía. Para que nos entendamos, el reparto de la renta en sueldos o en rentabilidad de los ahorros vendrá dada por lo que te he explicado: K, L y sus respectivos productos marginales.

—Pues la verdad es que sigo sin verle la utilidad a todo esto.

—Con este modelo podrías predecir si le va ir mejor a los trabajadores o a los dueños de grandes o pequeñas fortunas.

—Para eso no hace falta saber mucha economía, a los ricos siempre les irá mejor.

—Pues no siempre ni en todos los sentidos. En la peste negra de 1348, la población europea se redujo aproximadamente en un 30 %. Los trabajadores que sobrevivieron se convirtieron en un recurso escaso incapaz de atender las necesidades de labor de todas las tierras existentes. Por esta razón, además, optaron por las tierras más productivas. El resultado fue que un nuevo trabajador era capaz de incrementar la productividad en mucha mayor medida que antes de la peste; el producto marginal del trabajo había aumentado, lo cual se dejó ver también en el incremento de los salarios, que llegó a ser del 100 %. Por el contrario, añadir una nueva parcela a las posesiones de un propietario incrementaba muy poco la producción, en la medida que apenas existían agricultores que la trabajaran. El producto marginal de capital se redujo, y con ello las rentas de los nobles cayeron más de un 50 %.

—Ya, supongo que como en la historia de la humanidad ha habido muchos casos de enfermedades mortíferas, esta misma situación se habrá repetido a menudo.

—En efecto, otro caso muy similar al anterior fue el de la peste Antonina del 165 d. C. En 189 d. C. la población había descendido un 25 % y las consecuencias fueron similares.

José preguntó por la distancia hasta el puerto a unos excursionistas que iban bajando. Le contestaron que no tardarían más de veinte minutos, lo cual le pareció más de lo que creía, por lo que decidió parar. Sacó la botella de agua todavía medio congelada de su mochila, se la ofreció a su padre, dio un trago y continuaron andando.

Este artículo tiene 2 comentarios

  1. Víctor

    Muy buenas Guzmán, en primer lugar decirle que me ha parecido interesante su explicación encuadrándola en una narrativa, también interesantes su comparaciones entre teoría económica y momentos o sucesos históricos. Sin embargo, en mi opinión, de su explicación se deduce que las remuneraciones son exactamente iguales a las productividades marginales, obviando la importancia del poder de negociación y del marco institucional.

    • Guzmán Soldevilla

      Gracias por tu comentario, Victor. Sin embargo, lo que has leído tienes que entenderlo desde un punto de vista macroeconómico. Por supuesto hay casos particulares de personas y empresas concretas que no reciben una remuneración totalmente acorde con su producción marginal, pero el conjunto de la economía de un país sí tiende a comportarse de acuerdo a lo que he tratado de explicar.

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