
El consumo de hoy depende de las expectativas de renta futuras.
Cuando una caída en la bolsa se mantiene antes o después el consumo se resiente. Los mercados financieros suelen anticipar la evolución de la economía porque los precios recogen las expectativas de millones agentes, algunos muy expertos. Cuando un movimiento deja de ser puntual y empieza a contarse en meses en lugar de en días, según se van fortaleciendo las expectativas, el resto de agentes económicos comienzan a tenerlas en cuenta. Es el momento en el que el consumo comienza a debilitarse, no sólo por la reducción del valor del patrimonio de los inversores, sino por el deterioro de sus expectativas de rentas futuras.
A continuación explico este último punto con un extracto de mi novela de divulgación de la macroeconomía: “Con un pan debajo del brazo” (A la venta en este blog)
-Irving Fisher, construyó un modelo de consumo que tenía en cuenta lo que se espera ganar en toda la vida. De tal forma que el consumo se ve limitado por el ahorro acumulado más las rentas futuras que se esperan percibir; a esto se le llama restricción presupuestaria.
– Entonces sería posible consumir por encima de la renta personal…
– Claro, se puede gastar más de lo que se gana pidiendo prestamos que se devolverán con rentas futuras, o por el contrario ahorrar para poder mantener el consumo cuando caigan los ingresos en la jubilación.
-Entonces la restricción presupuestaria querrá decir que ya decidas ahorrar hoy o endeudarte, lo que está claro es que el consumo de toda tu vida no podrá ser superior a la renta que consigas durante tu existencia.
– Eso es.
– Pero si las personas pueden optar por gastar más ahora o en el futuro, ¿cómo será el consumo entonces?
– Finalmente la opción será la que además de satisfacer los deseos del consumidor cumple con la restricción presupuestaria. El consumidor tendrá muchas combinaciones diferentes de endeudamiento y consumo que le serán igualmente satisfactorias, pero no todas podrán ser factibles teniendo en cuenta los ingresos que recibirá durante su vida. De todas las posibles elegirá la que utilice al máximo su capacidad de ingresos. De manera que un aumento de la renta tanto actual como futura, supondrá otro nivel presupuestario más elevado que dará lugar a una combinación de consumos superior.
– Por lo que me cuentas, está claro que en el consumo influye la renta actual y las predicciones de la renta futura. No hay duda que el hijo de un anciano multimillonario podrá consumir más de lo que su salario le permita.
– El consumo depende de las expectativas. Por esta razón, sólo los cambios inesperados influyen en el consumo, dado que los esperados ya están incluidos en las predicciones y por tanto determinando el consumo actual. Cuando se anuncia una subida de impuestos de forma inesperada, el consumo cae. Pero cuando la medida se aplique realmente y los precios suban por un aumento del IVA, por ejemplo, el consumo ya no se reducirá. De la misma manera, si el incremento de la presión fiscal se juzga temporal el efecto será mucho menor.
– Si lo que afecta al consumo es aquello que no se espera será muy difícil de predecir – comentó José mientras se paraba en la mitad del camino mirando a su padre a la cara.
– Sí, no es fácil de prever.
– Me resulta difícil creer que mi consumo será mayor porque piense que dentro de diez años ganaré más.
– Una prueba de que el consumo depende de las expectativas, es la tasa de ahorro. Esta es baja cuando las cosas van bien y por tanto la gente tiene expectativas positivas sobre las rentas futuras. Esto hace menos necesario el ahorro actual para mantener el consumo futuro y consecuentemente se consume más. Cuando las expectativas son malas el ahorro se juzga más necesario y, por tanto, queda menos renta para dedicar al consumo. Sin embargo, la tasa de ahorro varía menos de lo que se supone lo que puede deberse a una tendencia a identificar la situación actual con la futura o también a las dificultades de encontrar crédito.
– Nunca he entendido esa diversión de dar pan a los patos – comentó Santiago al borde del estanque.
– Pues he estado a punto de traer un par de bolsas bien llenas – respondió José irónicamente.
– Ya te tocará venir quieras o no quieras…
– Anda, sigue y no seas cenizo – dijo José tomándole el pelo.