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Con un pan debajo del brazoMacroeconomía novelada

Da miedo un futuro basado sólo en el I+D+I.

Si miramos al futuro a treinta o cuarenta años vista, ¿qué podemos esperar? No se trata ahora de hacer una predicción, entre otras cosas porque es imposible hacerlo con un mínimo de fiabilidad. Pero si intentaremos vislumbrar alguno de los escenarios posibles a los que nos enfrentarnos. Esta tarea es útil porque nos permite adivinar las disposiciones adecuadas para afrontar los desafíos de las próximas décadas, lo cual iré desarrollando en sucesivas publicaciones.

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Extracto adaptado de «Con un pan debajo del brazo» – Macroeconomía novelada (A la venta en este blog)

Recordemos en tres líneas lo que postula la teoría malthusiana: cuando la población crece, al ser limitados los recursos, la productividad se veía reducida. Entonces la renta de los trabajadores caía hasta situarse por debajo del nivel de subsistencia. En ese momento comenzaba a aumentar la mortalidad.

La historia está llena de ejemplos en los que este proceso tuvo lugar.En el siglo XVI la población en Europa casi dobló su tamaño… El mayor número de trabajadores y el aumento de la superficie cultivada hicieron que las rentas de los nobles aumentaran. Sin embargo, hacia 1570 el proceso se estancó. La nobleza comenzó a subir los impuestos y los alimentos comenzaron a no ser suficientes especialmente para los campesinos que cultivaban las peores tierras. Una de las razones fue la caída de la productividad de la tierra por la intensificación de los cultivos. Además, la presión fiscal hizo todavía más difícil que los trabajadores pudieran reservar excedentes en los años buenos. De manera que cuando llegaron las adversidades del clima, aparecieron hambrunas y pestes, mucho más mortíferas, al actuar en una población debilitada. Como los excedentes disminuyeron, las guerras entre reyes y nobles se sucedieron, al igual que las revueltas de campesinos.

No creo que el malthusianismo tenga que cumplirse de forma inexorable. Pero, es una teoría que suministraba una explicación lógica de la economía durante un periodo muy largo de la existencia de la humanidad. Muchos especialistas no la dan por descartada.

Quizás alguien pueda pensar que todo esto está ya superado. Sin embargo, el crecimiento en el último cuarto de siglo XX sufrió una clara ralentización y algunos economistas lo atañen a las limitaciones impuestas para preservar el medio ambiente. Estas medidas en muchos casos requieren inversiones que no son recompensadas con mejoras en la productividad. Se puede pensar incluso que la retraen, lo cual recuerda bastante a la teoría de la que acabamos de hablar.

La historia nos enseña que la humanidad es capaz de superarse, de vencer las dificultades, de llegar a donde jamás había soñado. Quizás no vuelva a producirse una crisis malthusiana como la de tiempos pasados, pero entre las muchas posibilidades que caben para épocas venideras, también es posible que la escasez de recursos vuelva a producir problemas.

El consumo medio anual de los hogares de los países desarrollados es desproporcionadamente superior al de los emergentes en infinidad de productos: lavadoras, automóviles, ordenadores, tablets, reproductores de música… En Alemania en 2006 el 60% de la población poseía o tenía acceso a un ordenador personal y el 98% a un televisor. Por el contrario, en India sólo el 1% tenían acceso a ordenadores y un 32% a televisión. El caso de China, para los ordenadores, era muy similar a la India alcanzando sólo el 4% de la población. Para el caso de los móviles 3G la penetración en Estados Unidos en 2012 era del 81% de la población mientras que en países como China, India o Indonesia sólo era del 16%, 6% y 19% respectivamente.

Se plantea la duda de si la tierra podrá soportar que los países emergentes alcancen el nivel de consumo de los desarrollados. Y más teniendo en cuenta que China, India, Indonesia, Brasil y Paquistán suman casi 45% de la población mundial. No es fácil asegurar si la tierra podrá soportar que estos y otros países puedan alcanzar un nivel de consumo como el de los desarrollados que es del orden de quince veces superior por persona. El problema no sólo podría producirse por el impacto en el medioambiente, sino también por la limitación de las materias primas, recursos naturales y alimentos.

A pesar de la actual ralentización económica de los emergentes (especialmente China), les sigue favoreciendo claramente el diferencial de crecimiento respecto los países desarrollados, y casi nadie duda de que seguirá siendo así durante mucho tiempo. La continuación de su crecimiento al 7% anual, en línea con los de la última década, provocaría que la renta per cápita de China llegase a ser tan sólo un 15% inferior a la de Estados Unidos en 2040. Las diferencias del 90% de principio del siglo quedarán muy atrás. En esta situación el consumo de teléfonos móviles, televisores de plasma, videoconsolas… pero también de otros bienes no tan directamente relacionados con el consumo como satélites artificiales, armas teledirigidas, imanes de alto campo magnético para discos duros o sensores, se vería afectada de forma similar.

Hace no mucho tiempo, en Julio de 2010, la Unión Europea publicó un informe acerca de la escasez de materias primas. Estimaba que la demanda de materiales como el galio se multiplicaría por veinte en 2030, el del indio por diez, el del germanio por ocho y algo similar sucedería con el neodimio, tantalio, rodio, paladio o iridio.

Estos elementos son importantes por ser componentes de productos como los microprocesadores, condensadores electrónicos, paneles solares de alta eficiencia, catalizadores para eliminación de gases contaminantes, componentes electrónicos, fibra óptica, tratamiento médicos como la quimioterapia… Pero además son elementos que en muchos casos tienen muy poca capacidad de ser reciclados y de difícil sustitución. Además, según el estudio de la Unión Europea, en los casos del galio, indio y germanio el consumo proveniente únicamente de los países en desarrollo, llegaría a alcanzar en 2030 entre dos y cuatro veces lo que se producía en todo el mundo en 2006.

Seguramente aparecerán nuevas minas. Pero el crecimiento de la demanda impone unos retos a la gestión de la producción, a la par que introduce incertidumbre sobre la consecución del objetivo; el riesgo de subida de los precios de estos elementos es real.

Se podría pensar que llevamos ya dos siglos resolviendo este problema y esos mismos argumentos podrían haberse expuesto a principios del siglo XIX, y sin embargo aquí estamos. Sin embargo, el reto continúa existiendo, es exigente y nadie puede dar por sentado que podrá lograrse indefinidamente. A pesar de más de dos siglos de éxitos, el futuro sigue proponiendo la lucha por encontrar el modo de cómo aprovechar mejor los recursos naturales para multiplicar la producción de forma sostenible. De nuevo son fundamentales la innovación tecnológica; la investigación científica para hallar nuevas formas de producción energética y el abaratamiento de sus costes; la optimización de la utilización de materias primas; la extensión del reciclado; y mejoras en la utilización de la tierra o la aplicación de la biogenética a la agricultura.

Si estos avances científicos, tecnológicos y económicos no se materializasen, será más fácil que se originen rivalidades por la hegemonía económica y por el liderazgo político. Al igual que ocurrió en otras épocas de la historia, el riesgo de que estas situaciones desemboquen en conflictos regionales o mundiales será más alto de lo que es hoy día.

Uno de los principales países implicados en la gestión de materias primas es China. No sólo porque es uno de los principales consumidores, sino también porque es de largo el principal productor mundial de muchos de estos elementos: galio, indio, tantalio, germanio y muchas de las tierras raras como el neodimio. En estos dos últimos casos la producción de China suponía en 2010 más de un 65% respecto de la de todo el mundo. China es esencial, hoy en día, para el abastecimiento de estas materias primas a todo el planeta.

Si los países que ahora son emergentes continúan creciendo como lo están haciendo, el mundo dejará de ser monopolar y pasará a ser multipolar. En 2013, el presupuesto en defensa de Estados Unidos era siete veces superior al segundo país que más gastaba en armamento que era China. Esto era así gracias a que los estadounidenses tenían una renta per cápita mucho mayor y gastaban de media un 4.5% de sus ingresos en defensa frente al 1% de los chinos. Pero si la diferencia de crecimiento económico se mantiene, los presupuestos en defensa llegarán a asimilarse en no más tres décadas. A Estados Unidos, con poco más de 400 millones de habitantes, le resultará muy difícil de igualar el esfuerzo en defensa que hace China con más de 1.500 habitantes que previsiblemente tendrá el país para entonces. El caso de la India tiene algunas similitudes. Su presupuesto en defensa seguramente estará lejos de alcanzar al de Estados Unidos en 2040. Pero la diferencia que hoy es treinta a uno no es descartable que podría situarse en tres a uno o dos a uno a favor de Estados Unidos. En cualquier caso mucho más igualada de la que había con la Unión Soviética en 1980, en plena Guerra Fría.

Si el mundo se desarrolla de esta manera, dentro de treinta años será más difícilmente gobernable de lo que es ahora y requerirá un esfuerzo de entendimiento entre países muy superior.

El progreso técnico que tuvo lugar en el periodo de entre guerras fue enorme. Fue la época del desarrollo de la aviación, del uso generalizado del automóvil, el teléfono, la radio. Las redes de distribución eléctrica se desplegaron en amplias regiones. Aparecieron nuevas formas de energía como la hidroeléctrica y la extensión del uso de productos derivados del petróleo. La medicina y la farmacología también avanzaron y alargaron la esperanza de vida de la población. Surgieron nuevas formas de divertirse como el cine y los discos de música. Podemos decir que el I+D+I repartió todos sus frutos en aquellas décadas. Sin embargo, no fue suficiente para evitar la Segunda Guerra Mundial.

Quizás no vuelva a producirse una crisis malthusiana, quizás las capacidades del hombre vuelvan a sorprender. Pero no hay duda que el incremento de consumo impondrá retos científicos, tecnológicos y económicos muy exigentes y el éxito en este proceso no está asegurado. Además el futuro exigirá el fortalecimiento de valores que en otras épocas históricas no existieron como la voluntad de entendimiento entre países, el reconocimiento de la autoridad supranacional, la responsabilidad, la solidaridad, la prudencia… La limitación de recursos no hará sino situar el listón todavía más alto y poner a prueba la integridad del hombre y no solo su capacidad técnica.

 

          Extracto adaptado de “Con un pan debajo del brazo” – Macroeconomía novelada. Próximamente a la venta en este blog.

Este artículo tiene 4 comentarios

  1. Julia Fernandez Castillo

    Muchas gracias Guzmán.

    Como acabo de conocer tu blog, estoy tratando de leer desde el principio ya que en Economía sencilla es lo que necesito dado mi poco conocimiento en esta materia.

    La situación actual en el siglo XXI, necesita un nuevo modelo de gestión en las empresas fundamentalmente Hay que ser consciente que el cambio no se produce por pensar en innovar, sino por innovar en nuestra forma de pensar y que el aprendizaje más importante en un proceso de transformación es aprender a aprender de otra manera.

    Estoy de acuerdo el I+D+I no es la panacea, sobre todo si no se considera algunos resultados en cuanto a la base científica de la Gestión de las empresas, que el Doctor en Físicas W. Edward Deming inicio en Japón después de la segunda Guerra Mundial, que fue lo que origino el desarrollo del Japón, gracias a la colaboración entre W: Edward Deming y la Unión Japonesa de Ciencias e Ingeniería (JUSE). Fue conocido en Occidente en 1980.
    La situación actual en el siglo XXI, necesita un nuevo modelo de gestión en las empresas fundamentalmente en las del sector de la enseñanza en todos los niveles. Hay que ser consciente que el cambio no se produce por pensar en innovar, sino por innovar en nuestra forma de pensar y que el aprendizaje más importante en un proceso de transformación es aprender a aprender de otra manera.

    “The Deming Institute”, fundación creada por W.Edward Deming su misión es fomentar la comprensión del sistema de Deming de Conocimiento Profundo ® (SoPK) para avanzar en el comercio, la prosperidad y la paz.”

    En mi humilde opinión es necesario gestionar los Centros de Enseñanza, cualquiera que sea su nivel, de acuerdo Sistema de Deming de Conocimiento Profundo.

    • Guzmán Soldevilla

      Estoy de acuerdo, cambiar la forma de pensar ayuda a evolucionar. Pero también es necesario que en el proceso no se olvide lo ya aprendido y eso ha ocurrido en multitud de casos a lo largo de la historia. En los próximos post hablaré de temas relacionados con este punto. Gracias por tu comentario.

  2. Javier Buces (@ekonomiaz)

    Egun on
    Acabo de aterrizar en su blog por un contacto a través de Twitter. Estaba echando un vistazo a algunos artículos y me ha llamado la atención el título de este. Creo que el título del mismo no concuerda con la tesis del contenido. Al mezclar dos teorías, la maltusiana con la teoría del desarrollo sostenible, considero que aporta pocas luces pedagógicas a la hora de aportar una proyección a futuro de posibles escenarios y de cómo encajar la I+D+I en ese futuro un tanto catastrofista. Siguiendo la teoría Malthusiana, está laro que lo que toca es ser catastrofista, pero eso, como bien apunta en el texto, sucedió hace bastantes siglos. Lo que sin duda terminó de dar la puntilla a esta teoría fue que no se tuvo en cuenta precisamente la capacidad de innovación y el desarrollo tecnológico que nos ha llevado a diseñar modelos de producción que hace siglos eran impensables. En cuanto al agotamiento de recursos, está claro que son limitados, pero esa misma escasez ha hecho buscar sustitutivos a través de la mencionada innovación. Gracias a Dios, hoy los coches no se mueven con motores a vapor, y de la que el precio del combustible fósil alcance niveles lo suficientemente altos como para incentivar la investigación, estoy seguro que empezaremos a ver con naturalidad coches impulsados con otro tipo de energías alternativas. El mercado es soberano.
    Yo si creo que I+D+I+E (emprendimiento) son la clave para buscar nuevos nichos de mercado, que la propia escasez, incentivará la investigación y que la humanidad sabrá buscar soluciones a los retos que se le presenten. Hay dos factores que pueden ensombrecer este alagüeño panorama:
    – Que los intereses de algunas multinacionales (especialmente energéticas) sean excesivamente cortoplacistas y boicoteen las nuevas fuentes de energía hasta que sea demasiado tarde.
    – Que el impacto de emisiones en el medio ambiente no se haya proyectado correctamente a futuro, y que sin saberlo, hayamos entrado ya en escenarios irreversibles.

    • Guzmán Soldevilla

      Como dije en el artículo, no creo que la teoría manthusiana tenga que cumplirse inexorablemente, pero tampoco creo que el I+D+I tenga que ser la solución para lo que queda de la historia de la humanidad. Es imposible demostrar, y no se puede dar por cierto, que lo ocurrido desde la Revolución Industrial vaya a continuar indefinidamente. Claro que creo en la innovación y el desarrollo, pero no estoy seguro de que siempre vaya a ser suficiente para compensar el crecimiento del consumo provenciente, principalmente, del mundo emergente.

      Por otro lado, muchos economistas nombran el tema de las emisiones y el medio ambiente, que tu mencionas, como una de las causas de la ralentizacioón de crecimiento económico desde 1973. ¿No suena esto un poco a Malthusianismos?

      Pero que quede claro y como te decía al principio, no creo que las crisis malthusianas tengan que producirse inevitablente.

Agradezco tu comentario

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