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Tipos de cambio con portada
Con un pan debajo del brazoMacroeconomía noveladaPatron oroTeoría cuantitativa del dineroTipos de cambio fijosTipos de cambio flexiblesTipos de cambio semiflexibles

Tipos de cambio: los países pequeños y grandes son menos independientes de lo que parece

Cada cierto tiempo se oye hablar en los medios de comunicación económicos y generalistas de guerra de divisas. Para entender qué significa esto y otros asuntos muy relevantes para la economía internacional voy a explicar en qué consisten los distintos sistemas de tipos de cambio. No es posible entender la crisis de 2008 sin tener claros estos aspectos. También la interrelación de los tipos de interés fijados por los distintos bancos centrales tiene mucho que ver con el tema. En definitiva, se trata de un punto esencial que es necesario entender si se quiere tener una idea clara de la economía nacional e internacional.

Intentaré explicarlo de forma sencilla con ayuda del siguiente extracto de mi novela de divulgación de macroeconomía.

Con un pan debajo del brazo – Macroeconomía novelada (A la venta en este blog)

Sistemas de tipos de cambio

—Son un factor fundamental para el comercio internacional, y los bancos centrales a través de la gestión de sus reservas y de su política monetaria pueden influir en la fijación de su valor. En este sentido su política puede ser de tres tipos: flexibles, fijos y semiflexibles.

—Empieza por los flexibles.

Tipos de cambio flexibles

—Se fijan sin la intervención del Estado —comentó Santiago, que no parecía tener mucho apetito—, únicamente por las fuerzas de la oferta y la demanda. La oferta de moneda nacional será más o menos alta dependiendo de cómo sea la demanda de bienes extranjeros. Para su adquisición los compradores tenderán a ofrecer moneda propia a cambio de la necesaria para comprar el producto deseado. A la demanda de moneda nacional le ocurrirá lo inverso: será más o menos alta según sea la demanda de bienes nacionales, para cuya compra los extranjeros buscarán moneda nacional.

—¿Y no es peligroso dejar que los tipos de cambio se muevan como quieran?

—A veces sí. En 1979, Estados Unidos tenía una política de tipos de cambio flexibles. Con la subida de tipos de interés dirigida a controlar la inflación, se produjo un aluvión de entrada de capitales en busca de las buenas rentabilidades de la deuda americana. El resultado fue un gran aumento de la demanda de dólares y su consecuente apreciación, que provocó que las exportaciones se encarecieran y acabaran cayendo. El efecto se trasladó al consumo multiplicando la caída de la producción y llevando a la economía a la mayor recesión, vista hasta el momento, desde la Gran Depresión. Tómate esta media tostada —sugirió Santiago.

—¿No la quieres?

—No puedo con ella. Te dejo la mermelada casi entera.

Tipos de cambio fijos

—¿Cómo funcionan los tipos de cambio fijos? —preguntó José mientras pinchaba con el tenedor la media tostada del plato de su padre.

—El banco central establece un tipo de cambio frente a una o varias monedas de referencia y lo defiende, o bien aumentando la oferta de su moneda, o bien reduciéndola y haciendo lo mismo con sus reservas de monedas extranjeras. Cuando estas se agotan, no tiene más remedio que devaluar su moneda.

—¿Este sistema ha sido muy utilizado?

—El patrón oro que persistió desde comienzos del siglo xviii hasta la Gran Depresión es un ejemplo. Bajo este sistema, cada país establecía una referencia de su moneda con una determinada cantidad de oro, de manera que el tipo de cambio entre monedas quedaba inmediatamente determinado. Si la libra se podía intercambiar por una onza de oro y el dólar por dos, un dólar se intercambiaba por dos libras.

—¿Cómo funcionaba el comercio internacional?

—¿Te acuerdas de qué decía la teoría cuantitativa del dinero?

—Más o menos, pero recuérdamela.

—Si en Sotillo la cantidad de dinero total en circulación son doscientos euros, cambia de manos una vez al día y se producen cien barras en cada jornada laboral, el precio del pan será dos euros porque tenemos doscientos euros para comprar cien panes. Si de repente se retiran de la circulación billetes y la cantidad de dinero en los bolsillos de los de Sotillo baja a cien euros, el precio del pan acabará bajando a un euro.

—Visto. Ahora explícame cómo funcionaba el mundo con el patrón oro.

—Si nuestro país importaba más de lo que exportaba, nuestra moneda iba a parar a manos extranjeras, que podían acudir a nuestro banco central y exigir su equivalente en oro. El resultado era una retirada de billetes y monedas en circulación, o lo que es lo mismo, una disminución de la oferta monetaria del país. Por la teoría cuantitativa del dinero sabemos que si se reduce la oferta monetaria un 10 % podíamos esperar que, en el medio plazo, los precios cayeran un 10 %.

—Bien, entonces cuando había déficit comercial los extranjeros después de habernos vendido sus productos acudían a nuestro banco central a entregar billetes y llevarse oro.

—Claro, y como te he dicho, se producía una reducción de la cantidad de dinero en circulación que conducía a la caída de los precios, por tanto, a recuperar la competitividad internacional, aumentar las exportaciones y volver al equilibrio. El primero en argumentar este mecanismo fue el filósofo escoces David Hume en 1752.

Las dos empleadas del hospital, que no habían dejado de hablar, se levantaron y se acercaron a pagar a la barra. Saludaron al camarero, con el que parecían tener mucha confianza, y se marcharon.

—¿Qué ocurre cuando existen tipos de cambio fijos sin una referencia al oro?

—El resultado es semejante. Con déficit comercial, las importaciones son superiores a las exportaciones. Habrá mucha gente queriendo comprar iPhones u otros productos extranjeros. Las tiendas del país, para poder ofréceselos a los clientes, tendrán que vender los euros y comprar dólares para pagar los teléfonos a Apple. Por tanto la oferta de euros aumentará, lo cual presionará esta moneda a la baja y además la demanda de dólares subirá, lo cual tenderá a apreciarla. El banco central que ha elegido una política de cambio fija, para que su moneda no se deprecie ante estas presiones del mercado, tendrá que comprar el exceso de oferta de euros que se está produciendo, intercambiándolos por dólares, y de paso de esta forma neutraliza el aumento de demanda del billete verde.

—¿Utiliza las reservas de moneda extranjera que tiene en su balance para operar en el mercado de divisas?

—Eso es. Pero, además, podrá elevar los tipos de interés, que aumentarán el atractivo de su moneda al ser las inversiones más rentables. En cualquiera de los dos casos bajará la oferta monetaria, los precios tenderán a reducirse, subirán las exportaciones y se restablecerá el equilibrio.

—Esto último no lo he entendido. ¿Por qué bajarán la oferta monetaria y los precios?

—Imagina que el mercado de divisas lo formamos todos los que nos encontramos en esta cafetería. Para simplificarlo, supón que la mitad de los clientes tienen euros y la otra mitad dólares y se intercambian sus monedas a tipos de cambio que marca el banco central.

—Aceptado.

—Ahora imagina que la calidad del café empieza a empeorar. Los poseedores de dólares ya no querrán cambiar sus billetes por euros para comprar una taza, y el tipo de cambio del euro, que es la moneda aceptada en esta cafetería, tenderá a reducirse por debajo de lo marcado por el banco central. En ese momento entra en el establecimiento un señor muy elegante llamado don Leonardo, en representación del Banco Central Europeo, abre su maletín lleno de dólares y comienza a cambiar sus billetes por euros a todo el personal. ¿Qué ocurrirá con el tipo de cambio cuando don Leonardo se haya ido con su maletín ahora ya lleno de euros, dejando los dólares en manos de los clientes?

—En la cafetería habrá muchos menos euros, o lo que es lo mismo, la oferta monetaria habrá disminuido, y por tanto serán más apreciados que antes, y lo contrario ocurrirá con los dólares, con lo que de esta forma don Leonardo habrá conseguido detener la depreciación del euro contra el dólar.

—Siempre y cuando don Leonardo hubiera suministrado suficientes dólares.

—¿Y si no fuera así?

—Podría corregir el tipo de cambio hasta que se quedara sin la moneda americana. En ese momento se vería obligado a fijar un tipo de cambio inferior, es decir, devaluarla.

Los clientes del establecimiento se habían ido poco a poco. De repente José se quedó mirando a un hombre de unos cincuenta años, con un abrigo azul de cachemira, unos relucientes zapatos negros de cordones y un traje oscuro impecable.

—Mira, aquí viene el del BCE —bromeo José mirando su maletín.

Aquella persona no pareció darse cuenta de la conversación de Santiago y José y se sentó, dejó su maletín sobre la mesa vacía y esperó a que la atendieran.

—Pero me has dicho que también la apreciación de la moneda se puede conseguir a través de un incremento de tipo de interés.

—Claro. Imagina que en el bar la gente se presta dinero al 5 % —dijo Santiago mientras José miraba a la mesa de al lado—. Llega don Leonardo y en lugar de traer dólares en su maletín lo que lleva son bonos del Estado alemán que dan una rentabilidad del 20 %. ¿Qué ocurrirá en la cafetería?

—Todos nos daríamos prisa en cambiar los dólares por euros para comprar a don Leonardo esos bonos del Estado tan rentables.

—¿Querrá algún cliente prestar dinero a partir de entonces por un 5 %?

—Mientras puedan comprar bonos del Estado alemán al 20 % nadie querrá.

—Eso es. Don Leonardo habrá subido los tipos de interés mediante una reducción de la oferta monetaria. Cuando se haya llevado el maletín lleno de euros, en su lugar habrá dejado los bonos alemanes, la cantidad de dinero en euros habrá bajado, esta moneda será mucho más escasa, y con esto conseguirá detener la depreciación del euro por efecto de la peor calidad del café.

—Es decir, que el mantenimiento de un tipo de cambio fijo se consigue a través de la manipulación de la oferta monetaria. ¿Pero qué pasará cuando queden muy pocos euros? —preguntó José dando el último sorbo a su café.

—Cuando los clientes tengan muy poco efectivo, el propietario de la cafetería se verá obligado a reducir los precios.

—De acuerdo, ya lo entiendo. En ese momento los cafés resultan más baratos y, con los precios más bajos, se verán con mejores ojos también para los poseedores de dólares, que volverán a buscar euros para atender sus consumiciones.

—Eso es, así se restablecerá el equilibrio.

—¿Los sistemas de tipos de cambio fijo siempre funcionan así de bien?

—No siempre. Además, un país puede mantener tipos de cambio flexibles, pero otros fijar los tipos de cambio frente al que los tiene flexibles de una forma rígida y eso acabar afectándole, como ocurrió con Estados Unidos en los años precedentes a la crisis del 2008.

—Cuéntame que ocurrió.

—Entre 1996 a 2007 los países asiáticos que eran grandes exportadores de capital fijaron sus tipos de cambio con el dólar. De esta forma, en Estados Unidos las importaciones eran superiores a las exportaciones, cuyo salgo neto en 2006 llegó a alcanzar el 6,5 %. En situaciones normales el exceso de importaciones hubiera provocado una depreciación del dólar, dado que había una corriente mayoritaria de agentes económicos desprendiéndose de dólares para adquirir otras monedas con las que realizar sus compras al exterior. Sin embargo, el dólar no cayó porque los asiáticos estaban venga a comprar activos en esta moneda, lo que impedía su depreciación. Esto hubiera sido la solución para sus exportaciones, pero China y otros países querían mantener su tipo de cambio con el dólar. La afluencia imparable de dinero hacia Estados Unidos alentó las burbujas, entre ellas la inmobiliaria, que fue fundamental en la crisis subprime.

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Tipos de cambio semiflexibles

—Ya están entendidos los tipos de cambio flexibles y fijos. ¿Qué pasa con los semiflexibles?

—El banco central los deja fluctuar libremente entre unas determinadas bandas fuera de las cuales actúa comprando o vendiendo moneda, comportándose de forma similar a como lo haría en un sistema de tipos de cambio fijos —explicó Santiago mientras llamaba al camarero.

—¿Qué economías han utilizado este sistema?

—Europa. El Sistema Monetario Europeo (SME), existente desde 1979 hasta la introducción del euro. Los países miembros se comprometían a que sus monedas fluctuasen dentro de unas bandas unas con otras. De esta forma, los movimientos respecto a monedas ajenas al sistema, como el dólar, se producían de forma casi simultánea. Este sistema hacía que la política monetaria tuviera que subordinarse a los objetivos de tipos de cambio, y por tanto perder autonomía. Si una moneda se depreciaba demasiado, el Banco Central tenía que subir tipos para que la entrada de capitales revalorizase el tipo de cambio, y lo contrario si lo que se producía era una excesiva apreciación.

—Entonces los países que formaban parte del SME no podían utilizar la política monetaria para estimular o frenar la economía.

—Así es. Si el Banco Central deseaba bajar los tipos para acelerar la economía —continuó Santiago mientas buscaba un billete en su bolsillo para pagar la cuenta— se veía limitado por una excesiva depreciación de su moneda que no era permitida en el SME. Con la aparición del euro, la cesión de la política monetaria de los países fue total, y de un sistema semiflexible se pasó al más fijo posible: una moneda única.

—Pero habrá más casos en los que las políticas cambiarias y monetarias de los países estén condicionadas por la situación macroeconómica de terceros.

—Claro. Así ocurrió en 1994 cuando México se encontraba al borde de la bancarrota y Estados Unidos tuvo que suavizar su política monetaria para no perjudicar al país vecino, deudor muy importante para el sistema financiero estadounidense.

—¿Le decimos adiós a don Leonardo? —bromeó José.

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