¿Por qué unos países crecen tanto y otros no?: aquí tienes una respuesta.
Ya vimos en “¿Sabes cuál es el verdadero motor del crecimiento?” que el crecimiento económico de los siglos xix y xx fue 8 veces superior al que existió en la etapa anterior a la Revolución Industrial. Voy a tratar ahora de explicar qué condiciones son necesarias para que se produzca esta evolución tan favorable de la economía. Con este post también quedarán claras algunas razones por las cuales hay países en los que este deseado crecimiento tiene lugar y porqué en otros no.
Esta vez lo vamos a ver con un capítulo integro de mi novela de divulgación de macroeconomía. En las anteriores publicaciones no he mostrado nada de la trama de la novela. Esta vez sí lo haré, aunque sea en una pequeña muestra, y para que nadie piense que mi libro sólo trata de economía.
Con un pan debajo del brazo – Macroeconomía novelada (A la venta en este blog)
Condiciones para el crecimiento económico
Continuaron subiendo hacia el Cerro del Águila y tras unos minutos en silencio por fin Santiago se atrevió a preguntar.
—¿Cómo llevasteis Teresa y tú vuestra relación en la academia?
—De la forma más discreta que pudimos.
—No debió resultaros fácil.
—Al principio nuestra relación era la normal entre amigos o compañeros. Solíamos quedar, junto con algún que otro profesor de la academia, a tomar algo en un bar castizo de la calle Campanero, a cincuenta metros de la escuela, una vez terminadas las clases. Llegó un día en que solo acudimos nosotros dos y a partir de entonces se repitieron las citas a solas.
—¿Y no disteis que hablar?
—Al principio no. Me di cuenta de que la situación podía dar lugar a comentarios y al poco tiempo le propuse a Teresa ir a un bar más alejado de la academia. Ella entendió perfectamente la situación y la aceptó con naturalidad. Seguimos quedando de vez en cuando con algunos compañeros, pero las citas a solas se fueron haciendo cada vez más frecuentes.
José se acordó que muchos detalles del atractivo físico de Teresa solo los llegó a apreciar con el trato. Su mirada penetrante, pero discreta, su forma de caminar, su gesto al apartarse el pelo de la cara, sus manos delgadas y frágiles. Con los matices de su personalidad ocurrió algo similar. En un primer momento lo que destacaba era su carácter expansivo y su alegría, pero el trato le descubrió también su pensamiento benévolo a la hora de enfocar cualquier situación controvertida, su idealismo, que rozaba la utopía, y su capacidad de comprometerse con quien percibía que tenía problemas.
—Ocultamos nuestra relación durante casi un año —continuó José tras un breve silencio—, pero llegó un día en que una profesora le hizo un comentario a Teresa. Alguien nos había visto juntos y se encendieron las murmuraciones. El negocio empezaba a ir mal y los profesores se disputaban los pocos alumnos que llegaban. Como era el responsable de gestionar horarios, alumnos y profesores, me encontraba en una posición muy incómoda respecto a Teresa, que por otro lado era una de las mejores maestras.
—Pero tardasteis poco en tenerlo muy claro…
—Sí, nos casamos enseguida, pero ninguno de los dos buscó en el otro cualidades determinadas, ni la coincidencia de gustos o ideas políticas. Poco a poco fui descubriendo los rasgos de la personalidad de Teresa y ella de mí. Me fue gustando cada vez más y echando por tierra muchas ideas preconcebidas de la forma de ser de la persona con la que pensaba que podría pasar el resto de mi vida. En definitiva, la realidad resultó totalmente diferente a la imaginada. Pero la sorpresa no fue para ninguno de los dos cambiar de dirección, ni renunciar a su proyecto de vida, sino encontrarse en el camino con un paisaje diferente al esperado.
—Has tenido suerte con Teresa, aunque te parezca mentira que lo diga…
—Sí —concluyo José, que quería retornar la conversación al tema del crecimiento económico—. Bueno, pero me ibas a contar las condiciones que deben existir para que se pueda producir el crecimiento.
Es necesario un marco que dote al país de seguridad jurídica…
—La seguridad jurídica de personas y empresas es un aspecto fundamental para el desarrollo económico y ha sido un punto común en épocas de crecimiento. En la Revolución Neolítica fue necesario el imperio de la ley, aunque fuera el ojo por ojo, para que la sociedad se desarrollara y pudieran aparecer los primeros intercambios comerciales. Más tarde, entre los siglos i y iii, Roma alcanzó su máximo esplendor en el Alto Imperio. En este periodo surgió un florecimiento del comercio que tuvo como base, entre otros aspectos, la defensa y la paz de los territorios del imperio y la creación de un sistema legal común a todas las regiones. En la Edad Media, los señores tenían poder absoluto sobre sus súbditos y podían en cualquier momento confiscar arbitrariamente los bienes de sus súbditos. La consecuencia fue que ningún comerciante quería establecerse en estos feudos y pronto se crearon las ciudades. Mediante fueros especiales los comerciantes pudieron lograr seguridad jurídica y derechos de propiedad a salvo de la codicia de los señores.
—La Revolución Francesa también debió suponer un gran cambio en este sentido.
—Sí, pero antes te cuento el caso la Revolución Gloriosa de 1688, en Inglaterra, que fue un acontecimiento fundamental para la historia económica. En aquel momento, se logró un sistema legal unificado y la ruptura con el régimen feudal. La movilidad de las personas pudo ser efectiva, lo que tuvo una gran importancia para la atención de las fábricas, unas cuantas décadas después. Además, gracias al control del Parlamento, desaparecieron los impuestos confiscatorios y los privilegios fiscales. De esta manera aumentó la acumulación de capital necesario para atender las inversiones que requería el desarrollo de la Revolución industrial. También acabaron las concesiones de monopolios comerciales, con lo que se pudo dar paso al funcionamiento del mercado. En Europa continental, estos cambios se iniciarían con la Revolución Francesa de 1789 y su expansión al resto del continente en el periodo napoleónico. Sin embargo, hasta que los cambios se asentaron, tuvieron que pasar muchas décadas con contrarreformas absolutistas, comunas revolucionarias y gran inestabilidad política. Por el contrario, en Inglaterra las transformaciones ya se habían asentado y la alternancia pudo suceder de forma pacífica lo que fue fundamental para el desarrollo de la Revolución Industrial.
Por fin llegaron al cerro del Águila, desde donde podían verse a unos cientos de metros las charcas de las Hoyas. La vista era grandiosa. Casi en todas direcciones podían verse montañas cercanas a los dos mil metros de altitud. Como hacía siempre en circunstancias parecidas Santiago comenzó a enumerarlas: la Mesa, Peña Negra, el Cabezo, San Cristóbal…
En un mojón rodeado de piedras se sentaron para comer algo. Santiago sacó de su mochila la cerveza que le quedaba, un bocadillo y José también echó mano a su comida.
—Bien, ya veo que la seguridad jurídica de personas y empresas es importante para el crecimiento de la economía, además de un marco que asegure el buen funcionamiento del mercado. De todas maneras, los innovadores también tendrán que tener seguridad jurídica… —comentó José ofreciendo un poco de queso a su padre.
… y proteja las innovaciones tecnológicas
—Es algo fundamental. Ya hemos hablado del papel que tiene la tecnología en el crecimiento económico, en el aumento de la renta per cápita y por tanto de la mejora del bienestar material de un país. Esta realidad hace evidente la necesidad de un marco jurídico que proteja los derechos intelectuales. Estos inventos son fundamentales para la economía, pero a menudo son fáciles de copiar y costosos de producir. Es primordial que los estados protejan los beneficios de los agentes que innovan porque son los motores del crecimiento. Las patentes pretenden responder a estas realidades. También existen otras medidas para fomentar y proteger la innovación, como las subvenciones a la investigación, las ayudas a las universidades, las exenciones fiscales y permisos monopolísticos.
—¿Este tipo de medias son típicas de tiempos actuales?
—Hasta cierto punto —respondió Santiago ofreciendo la lata de cerveza a su hijo—; el Reino Unido ya las aplicaba en tiempos de la Revolución Industrial para salvaguardar la propiedad privada que ayudó al desarrollo económico del país.
—¿Qué otras condiciones necesita la economía para el crecimiento económico pueda producirse?
Mercado de capitales y cuentas públicas saneadas
—Los distintos intermediarios financieros, como son las Bolsas, los fondos de inversión, seguros y sobre todo los bancos, son unos agentes fundamentales para canalizar los ahorros. Su papel como financiadores de las inversiones necesarias para el crecimiento tiene una importancia decisiva en la economía. La Revolución Industrial fue precedida de importantes cambios en el sistema financiero. El Banco Municipal de Cambio de Amberes comenzó, en 1609, a operar de forma moderna permitiendo cobros, pagos y transacciones sin necesidad de movimiento de moneda real. En 1656, en Estocolmo, Sveriges Riksbank comenzó a prestar por encima de la cantidad recibida de los depositantes; lo que se denomina reservas fraccionadas.
—¿Cómo dices?, ¿que los bancos prestaban más dinero que lo que les dejaban?
—Sí, pero no te preocupes por eso, ya te lo explicaré más adelante.
—Sigue —exclamó José devolviendo la lata de cerveza a su padre.
—Esta operativa, que ya había sido utilizada a menor escala por la banca italiana en el Renacimiento, facilitó a los bancos la generación de mayores beneficios por intermediación entre inversores y ahorradores. En 1694 se creó el Banco de Inglaterra, fundamental en el papel de financiador del Estado y con el monopolio de emisión de billetes. Gracias a estos desarrollos, en 1780 en Inglaterra había más de cien bancos que principalmente se dedicaban a financiar a comerciantes y a la industria necesidades de capital circulante (como adelantarles los cobros de sus clientes antes de la fecha prescrita en el contrato de venta). Esto hizo posible la dedicación de más capital a inversiones a largo plazo, lo cual preparó el terreno a la industrialización.
—Bueno, también será importante que el país no esté al borde de la quiebra…
—Claro, para que los mercados de capitales sean útiles en la tarea de financiación de las inversiones es necesario que en el país exista un equilibrio de sus ingresos y gastos. De lo contrario, se presentaría la tentación de financiar la deuda con emisión de moneda, generando inflación. Esta condición es esencial para que los mercados de capitales funcionen.
—Explícate.
—Cuando un país gasta demasiado, para financiar su presupuesto pide dinero prestado. Muchas veces tiene la tentación de devolver el dinero prestado imprimiendo billetes.
—¿Y cuáles serán las consecuencias?
—¿Qué crees que ocurrirá en Sotillo si de la noche a la mañana en lugar de haber 10 000 euros en billetes en circulación aparecen otros 20 000 emitidos por el ayuntamiento? ¿Qué pasará con los precios en la panadería de Manolo?
—Si los habitantes del pueblo triplican el dinero que tienen en sus bolsillos los precios subirán.
—Pues eso es lo malo, que financiar el déficit con emisión de moneda genera inflación, y a veces muy fuerte.
—No me digas más, la Revolución Gloriosa de Inglaterra también va a tener ejemplos en este caso —ironizó José dando un mordisco a su bocadillo.
—Pues sí. A partir de 1688 en Inglaterra se institucionalizaron el Parlamento y el Banco de Inglaterra. Ambos fueron fundamentales para asegurar el pago de la deuda del Estado. Por un lado, el Parlamento pasó a controlar las finanzas reales, acabando con las bancarrotas. Por otro, tampoco hubo adulteración de la moneda, especialmente desde la adopción del patrón oro en 1717. De esta manera fue posible la emisión de grandes cantidades de deuda, que pasó de 14 a 430 millones de libras de principio al fin del siglo xviii. El valor nominal de los bonos fue normalmente bajo, para hacerlos accesibles al público y líquidos en las Bolsas. Esto le confirió la ventaja de permitirse elevados endeudamientos a tipos de interés relativamente bajos, con los que financiar ejércitos muy superiores a los de Francia y España. Este último aspecto fue fundamental para el desarrollo del Imperio británico.
—¿Qué otras condiciones hay para un entorno de crecimiento?
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Un mercado libre e iniciativa empresarial
—Históricamente, la economía ha funcionado mejor con estructuras de libre mercado que con otros sistemas en la tarea de indicar a qué actividades deberían dirigirse las inversiones y los trabajadores ofreciendo sus servicios. Modelos como el gremial, feudalismo o comunismo han demostrado éxitos muy inferiores a los basados en el mercado.
—La competencia supongo que será un factor que obligue a las empresas y personas a ser más eficientes.
—Detrás del retraso económico de muchos países está la no adopción de tecnología avanzada. El libre mercado facilita que las empresas se sitúen en su frontera tecnológica y sean competitivas. En este entorno, la competencia es un acicate casi siempre imprescindible.
—La diferencia de logros entre el comunismo y el capitalismo en el siglo xx es un ejemplo.
—Pero hay más casos similares. Tras el asentamiento de los comerciantes en las ciudades pronto aparecieron los gremios. Estas asociaciones, rígidamente reguladas, no permitían iniciativas innovadoras, impedían cualquier tipo de competencia y constreñían el crecimiento de las manufacturas. Pronto la producción se extendió al campo, donde no tenían jurisdicción estas asociaciones. Estos pequeños talleres rurales, que fabricaban con materias primas suministradas por los comerciantes, fueron la antesala de la industrialización.
—Pero de poco sirve el libre mercado si no existe iniciativa empresarial…
—Efectivamente, es un aspecto fundamental para que se produzca la innovación, la creación de empresas y el crecimiento económico. Una de las razones del retraso de España en el siglo xvi era la mentalidad de la alta y baja nobleza de vivir de las rentas. Los comerciantes, cuando lograban enriquecerse, compraban tierras o deuda pública en lugar de invertirlo en sus negocios. De esta forma la iniciativa emprendedora apenas tuvo lugar y el crecimiento económico se resintió.
José se levantó para moverse unos metros y poder disfrutar las vistas. Se quedó mirando en la dirección de Peña Negra, un pico de poco más de dos mil metros muy escarpado por su zona superior. Se sorprendió al darse cuenta que visto desde aquella perspectiva era completamente distinto que desde su cara oeste. Se dio la vuelta y le dijo a su padre:
—Pero para que un mercado sea de verdad libre y para que la competencia sea real debe haber apertura de las fronteras.
Los países abiertos crecen más
—Tienes razón. Pero, además, un país tiene que cumplir tres condiciones para que pueda considerarse abierto y liberalizado. Primero, que existan bajas barreras arancelarias. Segundo, que el flujo de capitales y las inversiones se muevan por leyes de la oferta y la demanda. Por último, que la oferta de bienes y servicios no la dirija una planificación estatal, sino la batuta de las necesidades de los consumidores y beneficios o pérdidas de las empresas.
—¿Este tipo de países se comprueba que tiene economías más prosperas?
—Jeffrey Sachs y Andrew Warner demostraron que, en promedio, el crecimiento de la economía de los países abiertos llegó a ser entre un 3 % y un 6 % superior, según en qué momentos, a los que permanecieron cerrados entre los años 1965 y 1990.
—Si la tecnología y apertura de economías son factores necesarios para el crecimiento, quizá exista alguna relación entre ambas.
—Uno de los beneficios de las economías abiertas es el aprovechamiento de la última tecnología existente en los mercados mundiales, en beneficio de una mejor eficiencia de las empresas del país. Por otro lado, hay otros muchos factores muy relevantes como son la adaptación de la buenas prácticas productivas; la atracción de personal cualificado; la focalización de los recursos hacia las inversiones más rentables que pueden soportar los tipos de interés internacionales; los flujos de trabajadores hacia los sectores más productivos que pueden ofrecer mejores salarios; etcétera.
—¿Algún ejemplo de país en el que su apertura internacional le haya favorecido más claramente?
—Japón. La importación de tecnología fue fundamental para su desarrollo. A finales del siglo xix comenzó a enviar a jóvenes a estudiar en las universidades occidentales. Una vez que el país estaba dotado de trabajadores capacitados comenzó la importación de tecnología. Inmediatamente llegaron las inversiones en infraestructuras, que suministraron el capital necesario al país. En Estados Unidos pasó algo muy similar en el sector de la automoción. Ford y General Motors importaron la tecnología más importante para sus fábricas a comienzos del siglo xx. Pero en pocos años se encontraban entre los primeros productores mundiales .
—¿Pero la ventaja de los mercados abiertos siempre tiene que ver con la importación de tecnología?
—Ya hablaremos de la economía abierta —continuó Santiago ayudándose del bastón para levantarse—, pero por ahora te puedo decir que los beneficios son, además, otros muchos. La amplitud de los mercados para la producción del país, la focalización en las ventajas competitivas, el acceso a materias primas…
—Todo eso me suena a la época de la Revolución Industrial.
—En el siglo xix quedó demostrado que la existencia de un amplio mercado interior unificado con una amplia demanda, como en el caso de China, puede ser mejorado por mercados de un tamaño claramente inferiores, como Inglaterra, pero con unas buenas relaciones exteriores. La ventaja de Inglaterra sobre China en términos de crecimiento fue gigantesca, tanto que aún hoy las diferencias en renta per cápita son enormes.
—Cuéntame el caso concreto del Reino Unido.
—Su población llegó a triplicarse cuando la producción agraria creció mucho menos. Unido a esto, se sumó una mayor demanda fruto de la industrialización. Por todo esto, las importaciones provenientes de las colonias de alimentos y materias primas fueron fundamentales y llegaron a alcanzar un 22 % del PIB, cuando eran prácticamente inexistentes hasta el final de las guerras napoleónicas. Por otra parte, las islas británicas no fueron suficientes para absorber el enorme incremento de producción, por lo que las exportaciones a las colonias sirvieron para agrandar los mercados. Los principales sectores exportadores fueron los más punteros en aquel momento, como la industria textil algodonera. El resultado fue que el comercio exterior se multiplicó por seis en el siglo xviii, e Inglaterra se convirtió en el mayor productor industrial del mundo.
Santiago se agachó para recoger la lata de cerveza ya vacía, el papel de plata de los bocadillos y alguna pequeña bolsa de plástico. Lo metió todo en la mochila, se la colocó a la espalda y se dispuso a continuar la marcha.
—Pero debe haber otros ejemplos más recientes similares a Inglaterra.
—La apertura al exterior fue, también para los países asiáticos, un factor fundamental para la convergencia hacia la frontera tecnológica desde los años ochenta. Por un lado, facilitó la importación de bienes de capital fundamentales para incrementar su productividad. Por otra parte, abrió la economía al exterior ofreciendo productos con costes de mano de obra muy inferiores a los ofrecidos por países desarrollados. Fruto de estos cambios, el PIB per cápita de países como Corea del Sur pasó de ser 1500 dólares en 1960 a 28 000 en 2012, y gracias a este crecimiento la esperanza de vida de 54 años a 81 en el mismo periodo.
—Todo este conjunto de condiciones necesarias para el crecimiento supongo que será difícil mantenerlas. Como ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia pueden producirse conflictos, cambios de regímenes, guerras, revoluciones, que hacen que este equilibrio perfecto de condiciones pueda romperse.
—Te puedo decir algo que ayuda a que la estabilidad ideal comentada sea más duradera…
—A ver, suelta.
Necesidad de colaboración internacional para alcanzar un crecimiento sostenible
—La cooperación internacional es fundamental para coordinar las políticas económicas internacionales y evitar los juegos de suma cero. Esto fue lo que falló en el periodo entre las dos guerras mundiales. En los años veinte y treinta el mundo se quedó sin un país que lo liderara. El Reino Unido ya no tenía la importancia industrial y financiara necesaria y Estados Unidos decidió centrarse en el interior de sus fronteras y olvidarse del exterior. En momentos de crisis el papel del líder es todavía más importante.
—¿Y qué papel jugó Estados Unidos en aquel periodo?
—Para empezar rechazó su vocación de líder. Además, fue el primero que inició el proteccionismo elevando los aranceles tras la aprobación del Arancel Hawley Smoot, a lo cual el resto de países respondieron con medidas similares. Pronto la confrontación entre países sustituyó a la colaboración. Se agudizaron la carrera proteccionista, las barreras cuantitativas, las prohibiciones de importaciones, las devaluaciones competitivas, los controles de inmigración y, en definitiva, la lucha por ganar, o al menos no perder, a fuerza de empobrecer al país vecino. El resultado fue la desintegración de la economía internacional, además de preparar el camino hacia la Segunda Guerra Mundial.
—Pero tras 1945 la situación cambió mucho —añadió José, que no mostraba ganas de irse de aquel lugar que tanto le gustaba.
—Después de la Segunda Guerra Mundial el panorama fue completamente distinto. Se produjo un trato benévolo hacia los vencidos. Estados Unidos colaboró en las labores de reconstrucción y en el establecimiento de un marco que asegurase la paz duradera. Durante la guerra tuvieron lugar los acuerdos de Bretton Woods, en los que se establecieron las normas de juego de la economía internacional. Se creó el GATT que ayudó a la expansión del comercio internacional, el Banco Mundial fundamental para la reconstrucción de Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ayudó a asegurar el sistema monetario internacional. Más tarde, en 1945, en la Conferencia de San Francisco, se crearon las Naciones Unidas.
—En la crisis de 2008 la colaboración internacional fue buena.
—Sí. En 2009, afortunadamente, la lección ya estaba aprendida, y gracias a las reuniones de los principales países en el recién creado G20 el proteccionismo y la desintegración comercial pudieron evitarse. Si en la depresión del 29 la caída del PIB de Estados Unidos fue del 25 %, en 2009 se quedó en un 3 %, con un comportamiento de las exportaciones mundiales mucho más favorable, marcadas por una caída del 12 % en 2009, pero plenamente recuperadas ya en 2010.
—Entonces parece que las cosas no van tan mal.
—A pesar de sus deficiencias, durante los siglos xx y xxi la colaboración internacional a través de múltiples organismos fue fundamental para la gestión de crisis económicas, para la integración comercial y para la mediación en conflictos políticos. Las instituciones que colaboraron en esta tarea fueron, entre otras, las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G7, el G20, la Unión Europea…
—Pero sigue habiendo amenazas, conflictos y guerras.
—Sí, este colaboracionismo en 2013 no estaba exento de amenazas. Continúan existiendo incertidumbres como las guerras locales en Ucrania, Oriente Medio y África; la proliferación del armamento nuclear en países como Corea del Norte; propagación del terrorismo internacional; o ausencia de cooperación de cara al problema del cambio climático. Unido a esto persisten problemas económicos provenientes de países en situación de pobreza extrema y grandes desigualdades de renta entre la población, que contribuyen a la proliferación de revueltas populares cada vez más frecuentes. Además, en ocasiones también existe una predisposición al proteccionismo tendente a favorecer la producción y empleo nacional frente a la producción extranjera y la inmigración.
—Pero no ha habido grandes conflictos entre países de primera línea.
—No diría yo tanto. Estados Unidos ha culpado a China de perjudicar su producción y empleo mediante una política de tipos de cambio artificialmente bajos que favorecen las exportaciones chinas. Pero este foco de tensión no es el único entre los dos países. A la competencia por el control de los recursos naturales se une la confrontación en las conferencias sobre cambio climático, y en la ONU y en el conflicto entre China y Japón.
Economías en desarrollo de alto crecimiento
—Bueno, pero volviendo al tema del crecimiento, hay algunos países cuya evolución ha sido especialmente llamativa.
—Durante muchos años se habló de los dragones asiáticos, es decir Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán. A este grupo se han sumado más recientemente otros países, como el caso de China. En todos ellos suelen coincidir cuatro aspectos muy relevantes. Por un lado, una inversión muy superior a la de países desarrollados. Si en Estados Unidos supone en torno a un 15 % sobre el PIB, en estos países en momentos de crecimiento llegó a alcanzar casi el 40 %. Además, son regiones con una política macroeconómica de precios estables y de fomento de la inversión, tanto material como en capital humano. Son países volcados al exterior, con tipos de cambio artificialmente bajos y con exportaciones netas relevantes; en China alcanzan casi el 20 % de su PIB. Por último, son países en los que la competencia ha sido un factor presente, en muchos casos organizada por el Estado más que por el propio mercado. En el caso de China las empresas han operado en un entorno competitivo tanto por lo que refiere al mercado exterior como al interior.
—Sí, ya veo que cumplen muchas de las condiciones de las que me has hablado. ¿Pero hay algún país de ese entorno al que le fuera peor?
—La India, que estaba más focalizada en el mercado interior y con economías anticompetitivas. En este país el crecimiento fue mucho menor y, consecuentemente, hoy tienen niveles de vida más bajos, especialmente si se los compara con los dragones asiáticos.
José recogió todo lo esparcido por la hierba, se echó la mochila al hombro y se acercó a su padre, que ya estaba diez metros delante de él. Enseguida se dio cuenta que había olvidado el bastón y dando una pequeña carrera volvió a cogerlo.
—¿Y el crecimiento tiende a ser estable en el tiempo? —preguntó José.
La desaceleración del 73
—No siempre. En 1973, con la crisis del petróleo, el mundo entró en un nuevo patrón de crecimiento más lento. Si Estados Unidos hubiera mantenido hasta 2011 el crecimiento que obtuvo entre los años 1950 y 1975, su PIB sería un 16 % superior al actual. Pero hay casos más extremos, como el español, en el que el PIB hoy sería 3 veces superior al real. Con esto te puedes hacer una idea de lo importante que hubiera sido mantener esas tasas de crecimiento siquiera unos años más.
—¿Todo eso fue consecuencia de la subida de los precios del petróleo?
—Las explicaciones de esta ralentización son muchas. Por un lado, podría haber influido la legislación para la preservación del medio ambiente, que en ocasiones obliga a las empresas y a la economía a optar por soluciones que no son las más eficientes. Por otro lado, a lo largo de las décadas de los 70, 80 y 90 se incorporó al mercado de trabajo la generación del baby boom. Por esta razón, la experiencia del mercado laboral tendió a bajar con el rejuvenecimiento de este y la consecuente reducción de productividad. Además, la consecuencia de la elevación de los precios del petróleo fue la necesidad de cambio a otras tecnologías cuando las anteriores no habían sido utilizadas. Esto agotó los ahorros que hubiesen podido ser dedicados a capital generador de crecimiento. También podría deberse a cierto debilitamiento de las mejoras tecnológicas, especialmente antes de que se produjera el repunte en la era informática.
—¿Me vas a contar más cosas del crecimiento económico? —preguntó José ya caminando cuesta abajo hacia las Hoyas.
—Yo creo que con esto que te he contado es suficiente. Nos acercamos a las charcas y después si quieres cambiamos de tercio y te explico algo del mercado del dinero.