Claves para entender la tecnología y el crecimiento económico.
Tecnología y crecimiento económico llevan siendo dos variables muy unidas desde hace siclos. Así que que no nos den gato por liebre. Por mucho que se hable del QE, de tipos de interés negativos o de cualquier otro tipo de expansión monetaria esas medidas no nos van a asegurar el crecimiento económico a largo plazo (Ver QE: pan para hoy y hambre para mañana). Y mucho menos esas otras de corte fiscal que traten de incrementar el gasto público garantizando rentan mínimas, o de cualquier otro modo, con el pretendido beneficio de incentivar el consumo.
Las mejoras productivas entendidas en su sentido más amplio son una de las razones por las que la tecnología y crecimiento económico suelen ser consideradas como dos variables causa – efecto habitualmente unidas a lo largo de la historia. Voy a explicar esto con un texto extraído de mi libro de macroeconomía en formato novela.
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La tecnología y crecimiento económico (causa y efecto) y su constatación histórica
—Tecnología y crecimiento económico son dos variables fundamentales y la segunda no puede explicarse sin la primera. Pero la tecnología debe entenderse en un sentido amplio, como la causante de incrementar la producción manteniendo constantes capital y trabajo. Los avances tecnológicos son los encargados de provocar que variando el capital por trabajador se consiga una variación de la producción superior a la que se hubiese conseguido antes de la innovación. Se trata del nuevo horno, que cuesta y consume lo mismo, pero tiene más capacidad. También de la nueva organización del trabajo en la panadería, que reduce los minutos necesarios para preparar un pan, o la iniciativa y el espíritu emprendedor de los propios panaderos, que deciden iniciar un nuevo negocio.
—Supongo que la historia estará llena ejemplos.
—Claro. Uno, poco glamuroso, pero muy importante, fue el que se produjo en el siglo xviii en la agricultura inglesa. Empezaron a producirse los cerramientos de parcelas, lo que permitió la rotación trienal de cultivos: cereales de invierno, de primavera, y legumbres, patatas y forraje en verano. Este cambio aumentó el rendimiento de la simiente desde 1/5 en 1400 a 1/8 en 1750. Esta mayor productividad de la tierra facilitó la generación de excedentes fundamental para el desarrollo industrial del siglo posterior.
—Y los clásicos: los ferrocarriles, los barcos de vapor, el automóvil, la aviación, el telégrafo, el teléfono…
—Por supuesto. Se produjeron a partir de 1870 y dieron paso a una mayor integración de los mercados, un abaratamiento del precio de los productos y un incremento del comercio exterior.
—Debemos estar cerca de las Hoyas —comentó José, que tenía ganas de llegar a ese lugar privilegiado.
—Creo que a las charcas no debe quedar más de veinte minutos —respondió Santiago, también deseoso de poder disfrutar de las vistas inigualables.
—Lo que resulta más difícil de ver es que la nueva organización del trabajo produjera avances tan significativos como las innovaciones técnicas que me has comentado —continuó José.
—Pues también estos cambios son y han sido importantes. La primera industrialización trajo consigo un estudio de los procesos productivos y la división del trabajo en fases más sencillas que permitieran su ejecución por personal no experto. De esta manera, se ahorraba tiempo y se optimizaba la utilización de recursos. Esto supuso un gran avance frente al trabajo desarrollado en gremios por maestros expertos que realizaban el trabajo de principio a fin. Más tarde, a partir de 1870, en la segunda industrialización, las pequeñas empresas familiares dieron paso a las grandes corporaciones. Así se dio paso al aprovechamiento de economías de escala y se volvieron aplicar nuevas mejoras organizativas.
—También el siglo xx ha sido un periodo en el que los avances técnicos han generado mucho crecimiento —dijo José mirando para ver si de nuevo podía observarse Ortigüelo.
—Durante el siglo xx se aceleró este proceso más todavía, lo cual es paradójico si se considera que en este periodo se desarrollaron las dos guerras más destructoras habidas en la historia de la humanidad. Durante la Primera Guerra Mundial las empresas privadas se pusieron al servicio del Estado con el fin principal de ganar la guerra. Las grandes inversiones fomentaron el avance de la industria del transporte marítimo y aéreo; la industria metalúrgica se desplegó, al igual que la de productos químicos. La organización del trabajo se sometió a disciplina militar, lo cual facilitó su restructuración científica e introducción de la producción en cadena. Una vez que acabó la guerra, parte de estos progresos pudieron aplicarse. Ya en un entorno de paz se dio paso a los años veinte, que fueron de gran crecimiento económico. Algo parecido sucedió en el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, desde 1947 a 1973, que fue el de mayor crecimiento del capitalismo. Algunos economistas lo justifican por la gran innovación tecnológica que se desarrolló durante las guerras, que luego en los periodos de paz pudo encontrar sus aplicaciones prácticas.
—¿Y hasta qué punto se vio reflejado en el crecimiento del PIB?
—El PIB mundial creció en los siglos xix y xx a un ritmo anual del 1,6 %, que es 8 veces superior al anterior a la Revolución industrial. Este crecimiento se ha basado en la aplicación sistemática de la ciencia a los procesos productivos, a la organización de las empresas y de la sociedad en general. No es de extrañar que el florecimiento de las ciencias positivas durante el periodo de la Ilustración coincidiera en el tiempo con el comienzo de la Revolución Industrial.
—Pero todo ese crecimiento no se debió al avance tecnológico. Parte se debería al aumento de la población y del capital…
—La importancia de la tecnología ha sido muy grande. y lo refleja el hecho de que desde comienzos de la Revolución Industrial el crecimiento de la economía en los países desarrollados ha sido claramente superior al aumento de capital. En países desarrollados se ha medido qué parte del crecimiento absoluto del PIB real se debe al aumento de capital y trabajo y cuánto se debe al desarrollo tecnológico. El resultado es que más de un tercio se debe al cambio tecnológico, a la educación, a la mejora de procesos productivos, además de otros factores…